domingo, 28 de septiembre de 2008

El tianguis de libros


Se sabe que el mexicano no lee. Bueno, al menos eso se dice. La última encuesta realizada revela que se lee 2.96 libros por persona al año en el país. El problema deriva fundamentalmente de la deficiente educación que proporciona el Estado, ocasionada por la poca atención que se presta a este importantísimo rubro. Tanto la federación como los estados -e incluso los municipios- carecen en general de políticas públicas claras, concretas, bien definidas, en materia de educación pública y cultura, y se relega este tema en su agenda política como algo secundario y menor.


Ejemplo de lo anterior es la magra difusión que se da en el Estado de Aguascalientes a la cultura en general, y a la lectura en particular. Conocida por ser una entidad conservadora, cerrada, pueblerina y bastante mocha, no podía esperarse un escenario diverso, menos aún con un gobierno de derecha como el que durante dos sexenios le ha tocado padecer. El remedo de política en materia de fomento a la lectura -y por ende a la cultura-, consiste en la organización y celebración de la anual Feria del Libro, instrumentada por el Instituto Cultural de Aguascalientes. Ese solo evento -que, como se verá a continuación, resulta de verdadera pena ajena- cristaliza en su totalidad los tibios esfuerzos del estado en el importante rubro de promoción de la lectura.


Tuvo lugar en la ciudad de Aguascalientes, municipio de igual nombre, capital del Estado que también se llama así, la "Cuarenta (sic) Feria del Libro del Instituto Cultural de Aguascalientes", del 20 al 28 de septiembre de 2008. Caray, desde el título de "Cuarenta" Feria del libro, estamos mal. Lo correcto habría sido: "la Cuadragésima Feria del Libro...". Pero no, quedó como la Cuarenta Feria del Libro. El anuncio, el título de un evento que supone una fiesta de la cultura, se formula sin la menor ortodoxia gramatical, con una patética ignorancia de los números ordinales y su función.


Desde que recuerdo, sobre todo desde que el evento se aloja en las instalaciones del Museo Descubre, siempre ha sido la misma feria: mismas deficiencias, mismos vicios. Para empezar, la cantidad y calidad de los expositores es muy reducida. Hay muchos que sólo ocupan espacio para que la feria se vea algo grande, pero que en realidad no tienen mucho que ofrecer en cuanto a material de lectura. Y son los mismos expositores que año con año cumplen la misma función escenográfica en la feria. La mayoría de las editoriales representadas ellos son más bien prescindibles, menores; bien pudieron no estar y nadie habría sufrido aflicción alguna.


Ni qué decir de los participantes que ni siquiera expenden libros. Está el tipo que en cada edición de la feria ofrece a los visitantes juguetitos de madera para retar a la inteligencia, que según mi punto de vista nada tendría que hacer en el evento. Está también el que vende discos usados. Mas merece especial atención el stand de "los libros más pequeños del mundo"; pequeños objetos que pretenden ser libros, pero que resultan en la mayoría de los casos ilegibles e imprácticos. Grandes obras de la literatura universal están disponibles en ese "formato", que se vende como algo muy mono, o como la última curiosidad en términos de las posibilidades que el más ramplón naquismo ofrece. "Ay, mira, los libritos", dicen los incautos, maravillados por la puntada. Estos libros pueden utilizarse para cualquier cosa, excepto para leer. Lo peor del caso es que uno de los puestos más concurridos del tianguis librero es el que expone estos objetos que en sí mismos encierran toda la pobreza cultural implicita en la feria.


Mas lo anterior resulta una minucia, comparado con otros problemas que presenta la feria. El primero de ellos es la poca de variedad en las obras que se ponen a la venta. Los mismos libros de todos los años están presentes; no hay novedades, no porque no existan, sino porque tal vez el mercado aguascalentense no sea tan exigente y no conozca sobre las últimas ediciones tiradas. Los mismos libros, en su mayoría, pero un poco más caros que el año anterior. Por lo general, las obras que se expenden tienen un precio igual o mayor a aquél al que se ofrecen en librerías de la localidad, y la mayoría de ellas puede conseguirse regularmente en éstas.


Representantes de editoriales como Alfaguara y Paidos, que son las que de repente muestran alguna novedad, manejan precios realmente altos, ajenos, según mi parecer, al propósito del fomento, promoción y difusión de la lectura que, al menos en teoría, debería tener la feria. Muchos de los expositores son chilangos, así que vienen a nuestro humilde Estado a querer hacer su agosto con gente que, según ellos, no conoce cuánto cuesta realmente un libro en cualquier tienda, o que pagaría cualquier precio por obtener ediciones que ni por obra de la casualidad podrían llegar a este pueblo cacahuatero, dejado de la mano de Dios. Todo lo anterior, obviamente, con la complascencia de los organizadores del evento, quienes, bajo la consigna de respetar las leyes del libre mercado (es un gobierno panista a final de cuentas), ni las manos meten para tratar proteger los bolsillos de los ya de por sí jodidos lectores (me incluyo entre ellos).


Se supone que la finalidad de una feria del libro (ahí está el caso de la FIL de Guadalajara) es promover la lectura, no servir de espacio para que un grupo de marchantes expenda sus mercancías. Para eso hay mercados, hay tiaguis. Para eso ni siquiera se necesita la intervención gubernamental (fuera de la expedición de permisos y licencias municipales). Si van a ir los expositores que quieran, a vender las porquerías que les plazca al precio que mejor convenga a su afán especulativo, para qué hacer todo el numerito de la feria del libro, del suceso cultural que debería representar. Total, que se organice un tianguis dominical de libros y películas piratas, chicles, chocolates, muéganos, cacahuatitos, en la Plaza de la Patria y asunto arreglado. No se gasta tanto presupuesto a lo pendejo (no quiero ni pensar cuánto se expensó por concepto de marketing del evento) y el efecto es prácticamente el mismo (o incluso mejor, dado que sería un tianguis semanal). ¿Que hay otros eventos dentro de la feria, como presentaciones de libros, tocadas y círculos de lectura? Pues sí, ¿y qué? Esos son elementos accesorios. ¿Qué nos ganamos con que haya todo eso si los libros no son accesibles y no hay variedad ni novedad en los mismos? La incidencia en los hábitos de lectura de la gente es la misma.


No puede hablarse de que haya un apropiada difusión de la lectura, mediante las ferias del libro, si no se comienza por propiciar la oferta de una mayor diversidad de obras, a precios significativamente más accesibles que los que se pueden conseguir en las librerías. Así, tan sencilla pero tan difícil es la cuestión, y hasta en tanto la autoridad encargada de la organización de estos eventos -en este caso el Instituto Cultural de Aguascalientes- no quiera entenderla, seguiremos en las mismas, con una feria mediocre e intrascendente, una verdadera feria de pueblo.

1 comentario:

Cesar Diz dijo...

Sr. Angel Ciénga Ramírez:

El comentario publicado, tiene mucha acertividad, no tenemos una Feria de libro con un crecimiento, porque es para complemantar un dato gubernamental, no dudo las personas dirigen la Fería del Libro de Aguascalientes tenga la capacidad para organizarla mejor, pero algo pasa.
Los libreros de Aguascalientes luchamos por mejorar las ferias de libro, pero el esfuerzo se debe a todos los implicados, tengo la esperanza que Libreros, ICA, profesores, padres, universidades inviertan un poco de su tiempo en motivar la lectura, para ganar un punto porcentual de lectores en Aguascalientes, de esa manera lectores más criticos, exigentes, solicitaran una mejor feria.
Los libreros de Aguascalientes A. C. hemos luchado por llevar libros a la calle, es una pena llevar a exposición temas ligeros, la única satisfacción es lo no leectores adquieren libros con intención de leer. ¿cuántos serán consumados?

Cesar Goméz Diz
Asociación de Libreros de Aguascalientes A.C.
Librería bibliofilia
Calle Matamoros 104
Col. Centro.