sábado, 31 de diciembre de 2011

My post anual



El último post publicado en este abandonado blog, terminó diciendo que éste ya agoniza. No se equivocó, pues en todo este año 2011 no realicé una sola entrada, hasta el día de hoy. No es que no haya habido nada que escribir, sino que, ya se sabe, ello se debe a la desidia y demás pretextos que se nos puedan ocurrir (y que ya he propuesto en más de una ocasión en diversos posts). Con decir que ya hasta había olvidado cómo acceder a mi cuenta de blogger. La cosa sí está grave.

Pero como buen mexicano que soy, dejo todo para el último momento y me gusta guardar las apariencias y le tapo el ojo al macho. Por eso hoy, reacio a aceptar la realidad cada vez más evidente de que este blog ya está más que muerto, realizaré un ejercicio compilatorio, desesperado, sobre acontecimientos importantes durante este año, de la misma manera en que lo hice hace un año en el post que se aprecia por debajo de éste. De hueva, lo sé, pero no me queda más que hacer.

Este año, asistí, como el anterior, a numerosos toquines en compañía de mi novia Anabel, quien afortunadamente comparte mis chabacanos gustos musicales. Kashmir, Vive Latino, Los Amigos Invisibles, La Barranca, Babasónicos, Santana, La Barranca, y creo que son todos. Cada una de estas experiencias merecería un post aparte, pero pues ya ven. ¿El mejor? No sé, en realidad los disfruté todos; aunque tal vez me quedaría con el de Los Amigos Invisibles en Guadalajara.

Sigo en la maestría y aunque a veces siento que me está pasando de noche, es una experiencia que sigo disfrutando y que ahora debo disfrutar todavía más porque está por terminar. Profesionalmente las cosas no han andado del todo bien; podría decirse que ha sido un mal año. Confío en que el próximo año me recuperaré.

Pfuta!, este año tal vez ha sido el que menos he leído. He perdido el tiempo en otras tonterías de internet y la televisión. Debo leer más. Sería bueno establecerlo como propósito pero, para bien o para mal, yo no hago propósitos de año nuevo porque mis ínfulas de corrección e intelectualidad me hacen concebirlos como el más cursi de los clichés de la temporada. Ahora, con los años, pienso que, fuera de toda pretensión, manejado adecuadamente, es un ejercicio positivo, por más ñoño que parezca. Pero bueno, parece que la necesidad de la pose me sigue ganando y por ello seguiré sin elaborar la tan famosa lista.

Este año, y desde finales del pasado, he mantenido una relación amorosa que me ha satisfecho en todos los aspectos. Me siento muy bien, aunque no ha estado exenta de vicisitudes, la hemos sabido sobrellevar y sacar adelante. Y para seguir haciendo honor al cliché, diré que "ahí la llevamos".

También este año sentí la pérdida de seres queridos. Primero, mi tio Jorge, George, quien se fue para estar en paz y estar mejor. Tuvo la tranquilidad de haberse despedido de quien debía despedirse, en el momento justo.

Después, Jaime. Entrañable amigo de muchos años. Compañero de aventuras y parrandas; de cotorreos y desmadres, de villanías y proezas. De espíritu generoso, fue alguien a quien siempre apreciamos por sus ocurrencias y su vivacidad; alguien de quien en muchas ocasiones nos quejamos por algunas actitudes, pero que en el fondo nunca dejamos de estimar. Una persona que con un solo gesto o puntada nos arrancaba carcajadas y nos brindaba gratos y divertidos momentos. Alguien que en muchas ocasiones fue mi cómplice y que actuaba con frialdad, con nervios de acero, y que sin embargo era tan humano como el que más. Alguien que quería ser mejor y ayudar a su familia.

Ahora está en un lugar mejor, con su padre. Nos dolió mucho su partida. Tenía sólo 27 años y mucho por vivir. Recuerdo que yo le reproché muchas veces el que dejase de hacer ciertas cosas, de que a veces se preocupara más por el futuro que por disfrutar la vida en el presente. Cuando supimos su triste final, no dejé de pensar en eso. Sin embargo, creo que él fue siemper feliz y vivió siempre mirando de frente al porvenir. Me enteré de su muerte en la mañana, muy temprano; había ocurrido tal vez un par de horas después de que hablé con él por última vez por el messenger. Platicamos un poco, pero sí recuerdo que aun en cortas líneas me hizo reír, como era siempre su costumbre.

La vida me pareció muy injusta, que alguien tan joven y con tanto todavía por vivir simplemente fuera arrancado de ésta. Lo que más me pudo fue no haberme podido despedir de él y decirle cuánto lo apreciaba. Qué era para mí. Seguramente nunca se lo dije, pero fue de mis mejores amigos, de los que cuentan con una sola mano, pero quiero creer que él lo sabía. Dias después de su deceso, una amiga de él me contactó y me preguntó por él; eso mismo le dije, que nunca le había podido decir lo mucho que lo apreciaba. Me tranquilicé cuando me dijo que no me preocupara, que probablemente él ya lo sabía, que él hablaba mucho de mí con ella y que se refería a mí como su mejor amigo.

Así, entre otras muchas cosas, transcurrió mi 2011. Bueno en algunos aspectos, malo en otros. Y el blog, mmm... no sé. No sé y no prometo nada sobre él. El tiempo dirá. El hecho de que esté escribiendo esto, empero, creo que es buena señal.