jueves, 25 de septiembre de 2008

Con ustedes, Jairo Calixto Albarrán


Además de servir de canal de expresión para las diversas ideas, inquietudes y malviajes que atormentan mi mente, este blog también tiene la finalidad de dar a conocer, promover y difundir la obra de distintas personas que, ya sea en el periodismo, la literatura, la música, el cine, la ciencia o la filosofía, con su quehacer han servido de influencia para el que estas lineas escribe. Este medio pretende también, al repasar el trabajo de tan ilustres creadores, rendirles un merecido homenaje.


En esta ocasión, toca el turno a Jairo Calixto Albarrán, columnista de Milenio Diario, y otrora colaborador de la gloriosa revista La Mosca en la Pared -de la que se hablará en otra oportunidad, para quienes no llegaron a conocerla. Aquí se expone un texto que aportó al número 29 (abril de 1999) de la mencionada publicación. Que lo disfruten.



EL PRÍNCIPE Y SUS BUFONES

No hay nada más deprimente, aparte de la seudotelenovela salinista que vemos todos los días en los medios de comunicación, que soportar el soundtrack de un imitador chafa de José José, echándose de manera espontánea y a capella ”Gavilán o Paloma”, sólo para demostrar que para el amor no hay más ruta que la de la autolaceración kitsch. Desde que tengo uso de razón, esta sobredosis de gorjeos dudosamente románticos me ha perseguido como una maldición. Cada vez que en alguna reunión alguien sacaba una guitarra para extraer de su ronco pecho su repertorio extraído del Cancionero Picot, temblaba, pues sabía que “El triste” estaría incluido entre sus berridos. Es muy duro ser mexicano. Por eso, cuando escuché que un montón de pelanduscos roqueros mexicanos estaban apunto de rendirle un sentido homenaje al “Príncipe de la Canción”, supuse que se trataba de una broma de muy mal gusto. Claro que no era una cosa imposible. Si nuestros rockers nativos habían salido en Siempre en Domingo, besado los pies a Verónica Castro, albureado con Paco Stanley, entregado premios para la revista Eres y demás ejemplos de la dignidad y el decoro, se podía esperar hasta una colecta de su parte para montarle un mausoleo a Fidel Velásquez.


Más allá de todo puritanismo, finalmente vimos aparecer este homenaje rocker a José José como quien ve el nacimiento de un engendro kitsh, cuya verdadera intención era, en efecto, generar un sentido homenaje y reconocimiento al intérprete de “La nave del olvido”, cuando en realidad debió de haber sido un ejercicio crítico-burlesco para la figura de un cantante que representa, sin duda, el aplatane más cursi, decadente y pesado de toda nuestra herencia musical.


La educación sentimental que representa don Pepe Pepe es cuando menos cavernaria, elemental, primitiva, refugiada en un nebuloso concepto llamado romanticismo que, por alguna razón inexplicable, se empeña en dar clases de moralidad amorosa y de remordimientos freudianos. En ese sentido, el papel del músico roquero no es homenajear tal cosa, si no someterla a las más sediciosas terapias. Ahí está la versión de los Sex Pistols de “My Way”, nada más para dar un ejemplo.


Que homenajeen a José José y sus trajes de terciopelo y encaje las Pandora, Cristian Castro, Los Caminantes o Marco Antonio Solís, pero no nuestros de por sí desprestigiados rockers que andan por la vida anunciándose gruexos, contestatarios, revolucionarios y guerrilleros, pero al escuchar las primera notas de “Amar y querer” berrean cual cetemistas en el Zócalo el Primero de Mayo al ritmo de “….es que amar y querer no es igual/amar es sufrir, querer es gozar”. Es como si así nada más, sin un circuito de referencias críticas y de metáforas canallas, los Rolling Stones sacaran un disco con canciones de Celine Dion o Radio Futura uno con piezas de Julio Iglesias. ¡Piedad!


Sin embargo quizá lo más enfermizo haya sido el video de los chicos de La Lupita con su versión de “Gavilán o paloma”, que más bien parece homenaje a Siempre en Domingo y a las posibilidades del ridículo a las que puede llegar José José. Así, vemos al grupo trepado en una especie de escenario del programa de Los Yorsis, vestidos cual miembros de Ballet de Milton Ghío, interpretando de manera muy sensible y profunda esta canción que respeta las más estrictas formas normas del humor involuntario. Mientras tanto, presenciamos una historia encarnada por el propio José José, donde se liga a una rica güera a quien invita a cenar sin conseguir nada realmente. Una cosa espeluznante que podría servir para un squetch de la Güereja, donde el cantante pone cara de Quico y el Señor Barriga junto a la mujerzota a la que no acierta a aplicarle ninguno de sus métodos de seducción.


Aquí por lo menos el director debió de haber introducido el viejo mito que hay detrás de esa rola: que la mujer a la que se liga el de la voz es realmente un macho man sacado de una canción de Village People. Algo un poco más divertido. Pero no, le dejaron el asunto ahí a medias, medio en bruto y sin salida alguna. Una cosa patética en términos de incapacidades narrativas y visuales. Ahí es cuando extrañamos las películas de Televicine donde José José se interpreta así mismo, todo gañán y borrachote, rodeado de amigos turbios y nenorras en busca de un gajo de felicidad al estilo Lerdo Chiquito. Ya en el colmo, la versión musical de “Gavilán o paloma” que intentan los de La Lupe es tan simplona, plana y respetuosa que nos hace revalorar los logros metafísicos de las canciones originales de Juan Carlos Calderón.


El próximo homenaje que intenten nuestros roqueros mexicas (que seguramente será alrededor de la obra fundamental de Los Caminantes o Los Angeles Negros), habría que exigirles cuando menos un poco más de rigor ético y estético para lo patético.

No hay comentarios: